Esa mañana sabía que había perdido algo. Desperté con esa extraña sensación de perdida, con un hueco, sabiendo que algo faltaba, pasado el intervalo entre el sueño y la vigilia, donde aún las ideas no son claras, y los ojos no se abren del todo, comencé la rutina diaria, y la sensación no desaparecía, decidí no prestar atención, tomarlo como un pensamiento inconsistente, de esos que abundan tanto en la mañana, tal vez había olvidado una tontería, una de esas cosas rutinarias que de no hacerse te generan un sentimiento de angustia, sentimiento breve, pero poderoso para la poca relevancia que posee. La mañana seguía, y el sentimiento no se iba, era algo fuerte, no me permitía concentrar mi mente en nada mas que en aquel misterio "¿Que perdí?" me preguntaba hasta el hastío. La gente no lo decía, por educación, supongo, pero mi actitud los había hartado, cosa perfectamente comprensible, yo mismo estaba harto, ya no digamos de este vacío, estaba harto de mi incapacidad para pasarlo por alto. Tomé una decisión, me aparté de todos, necesitaba claridad, despejar mi mente. Llegué a una conclusión, había perdido algo, y tenía que buscarlo. Buscar algo es en si una tarea compleja, en especial cuando no se sabe que es lo que se busca, lo que si sabía, es que sin duda ese algo era importante.
¿Por donde comenzar?
Comencé por la tarde, supuse que el sol en medio cielo me ayudaría. Tal vez por la calle que suelo transitar de vuelta a casa, tal vez ahí se escondía eso, a lo que había decidido llamar "normalidad"
La camine con una lentitud que llamaba la atención, notaba las miradas de la poca gente que transitaba por ahí, y es que ¿quien puede tomarse el lujo de dar pasos tan cortos acompañados de miradas tan perdidas? ¡Eso! con la mirada ida no se puede buscar algo, al menos no físico, y ahora que lo pienso la idea de que aquello que buscaba con cierta desilusión era algo material resultaba absurda en todos los sentidos, es decir ¿quien llama "normalidad" a lo material?
¿Donde seguir?
Llegó la noche, no así la "normalidad" mi atención seguía fija en buscarla, no pensaba en otra cosa, como pasó durante el día, la gente que me rodeaba se daba cuenta.
Ya inmerso en mis sueños, durante la madrugada, quiero creer, pude soñarla, era esa "normalidad" había venido a verme, pero como todos los sueños se escapaba sin previo aviso, y al tiempo que se escapaba, yo me levantaba de sobresalto, extrañandola, frustandome con ese sentimiento tan claro como indefinido.
Los día siguientes no fueron mas que tristes calcas. Yo buscaba esa "normalidad" con una desesperación inusitada, y es que ¿como afrontas la ausencia de algo que das por hecho? y que mas allá de dar por hecho, no puedes definir.
Pasaron los días y yo era cada vez mas una sombra, incapaz de reconocer la imagen desolada que miraba en el espejo. Lo comprendí, ahora parecía tan obvio, después de tanto, no podría encontrarla si no la definía, y lo hice, perdí la cuenta de los días, perdí gente, perdí mi imagen, perdí mi propia definición, sin embargo la encontré, renuncie a tanto que no sé cuanto fue, pero dí con ella, logré definirla.
¿Que era la "normalidad"? La normalidad era esa canción de cuna que se escuchaba en las noches catalanas, era ese juego de té que yacía en un jardín de un suburbio americano, eran esas primeras risas sinceras con la única amiga. Todo eso fue la "normalidad" y ahora que lo pienso, todo eso ya no está, sin embargo, nunca lo perdí.
Algún día mis hijos escucharán esa canción de cuna, que sin percatarme, habrá vuelto a mi. Algún día el juego de té se les presentará a ellos, volverá. Algún día seré testigo de esas primeras risas. Algún día esa normalidad estará de vuelta, tal vez en distinta forma.
Nada se pierde, todo se transforma.
- RS.
miércoles, 27 de noviembre de 2013
lunes, 11 de noviembre de 2013
Siguieron de largo.
Los sueños siempre han sido objeto de intriga para la humanidad, algunos aseguran que muestran nuestros deseos, otros se atreven a decir que nos enseñan nuestro futuro, los mas sensatos creen que solo son imagenes relacionadas a nuestro día a día.
Después de un día común, Antonio se prepara para dormir, realizando ese ritual de todas las noches, se pone el pijama, se lava los dientes y piensa. Por su mente pasa su día completo, en pensamientos no estructurados, de pronto recuerda la canción que escuchó camino a la escuela, al señor que corre por el parque todas las mañanas, la chica que espera el autobús, el charco que evitó pisar, todo esto le viene a la mente sin una razón en especial, mientras se cepilla los dientes, se detiene un momento a analizar sus pensamientos, nada fuera de lo normal, la misma rutina de siempre, la misma calle, las mismas personas, el mismo destino, la misma actividad, termina de lavarse los dientes y piensa de nuevo en esta rutina, se detiene y se pregunta "¿Estaba haciendo lo mismo hace un año?" un pensamiento sin importancia, de esos que te llegan antes de encontrar el sueño. Ya en la cama, con la luz apagada, viendo las sombras que se proyectan en el techo, piensa y llega a una conclusión, su vida ha sido practicamente igual desde hace un año, pero el sabe que hay un cambio, además de los habituales dentro de la vida escolar, a pesar de no estar seguro de cual, el sabe que el cambio está ahí, tal vez que ya no toma el autobús... no, no podría ser algo tan simple, tal vez que la música que escucha en las mañanas es distinta... no, eso tampoco. Le vienen mil ideas, todas absurdas.
Sin darse cuenta, se sumerge en sus pensamientos, y cae dormido. En su sueño ve a sus compañeros, están en un aula, hablando, pero dentro de la poca conciencia que se tiene cuando se sueña, logra percatarse de que esos no son sus actuales compañeros, tampoco su actual aula, el sabe que se encuentra un año atrás, de pronto escucha su nombre, uno de sus amigos lo llama, al darse vuelta se mira a el mismo atendiendo el llamado, es de esos sueños donde uno es el espectador, se ve a el mismo de frente, nadie se da cuenta de su presencia, mas que el mismo, de la nada, lo demás desaparece, ya no están los compañeros, ya no está el aula, deja de poner atención en su entorno, se enfoca en su imagen, cree que su otro yo no puede verlo, hasta que le habla, dice cosas que no puede comprender, como si hablara en otro idioma, Antonio se esmera por entender lo que el se está diciendo y logra captar una oración... "¿Quien eres?" es lo que le dice su sueño, el responde en automático "Soy tu ¿no te das cuenta?" su imagen lo mira extrañado, y le replica "¿Estás seguro? No creo haberte visto"
Antonio lo piensa, está a punto de contestar cuando la alarma suena, despierta, como es habitual se dirige al baño, a comenzar su rutina de todas las mañanas, la regadera lo rocía con el agua tibia de siempre, despierta por completo, y a su primer momento de conciencia analiza su sueño, ríe y piensa en lo raros que son siempre, sale de la ducha, continua con su rutina, sale de su casa, camina, se encuentra con el señor que sale a correr, se percata de que el charco sigue ahí, y ve de nuevo a la chica que espera el autobús. Llega a la escuela, se encuentra con sus compañeros, los saluda, bromea, la mira a ella, ella lo mira a el, sonríen y se acercan el uno al otro.
El día se le pasó sin darse cuenta, como siempre, otro día común pasa, de nuevo el ritual de las noches, concilia el sueño, esta vez sin prestar atención a sus pensamientos. De nuevo se sueña a el mismo, esta vez dentro de un autobús, sin nadie mas, sube, paga, y se ve a si mismo sentado al fondo, sabe que es el, pero no sabe por que, está consciente de que no es la misma persona, no se reconoce, sin embargo el pequeño rastro de conciencia que hay en los sueños le dice que es su imagen, ambos se dirigen a la puerta, su destino está próximo, bajan en una calle de la cual no aprecia muchos detalles, tan solo que hay una farola que le da un tono sepia a lo que ilumina. Uno camina a penas detrás del otro, gira la cabeza al sentir los pasos, sus miradas se cruzan, pero ninguno se reconoce, no se dirigen la palabra, solo se miran, vuelve su cabeza, y al final de la calle observa un edificio, no está seguro de los motivos, pero sabe que se dirige al interior de esa construcción, ambos llegan a la puerta, se dirigen la mirada, nuevamente sin reconocerse, entran, uno apenas detrás del otro, llegan a un elevador, lo esperan, suben, se cierran las puertas, se miran fijamente, pasan el primer piso, el segundo, el tercero, no se hablan, solo se miran, sin notarlo, llegan al séptimo piso, el otro Antonio sonríe, es la sonrisa del que sabe algo, un gesto muy común en el, acto seguido, le tiende la mano, aún con la sonrisa en la cara, como si esperara cierta complicidad, Antonio responde el gesto, le da la mano, pero no sonríe, es incapaz de entender, el otro Antonio mueve la cabeza y se ríe, como si supiera algo obvio, alza la vista, se abre la puerta, y baja, Antonio se queda en el elevador, viendo como el otro camina por el pasillo al mismo tiempo que las puertas del ascensor se cierran, al cerrar, Antonio nota que hay un espejo, se mira, es incapaz de reconocerse, sabe que el ya no está en el elevador, bajó en el séptimo piso.
Sonó la alarma.
Antonio jamás volvió a verse.
RS.
Después de un día común, Antonio se prepara para dormir, realizando ese ritual de todas las noches, se pone el pijama, se lava los dientes y piensa. Por su mente pasa su día completo, en pensamientos no estructurados, de pronto recuerda la canción que escuchó camino a la escuela, al señor que corre por el parque todas las mañanas, la chica que espera el autobús, el charco que evitó pisar, todo esto le viene a la mente sin una razón en especial, mientras se cepilla los dientes, se detiene un momento a analizar sus pensamientos, nada fuera de lo normal, la misma rutina de siempre, la misma calle, las mismas personas, el mismo destino, la misma actividad, termina de lavarse los dientes y piensa de nuevo en esta rutina, se detiene y se pregunta "¿Estaba haciendo lo mismo hace un año?" un pensamiento sin importancia, de esos que te llegan antes de encontrar el sueño. Ya en la cama, con la luz apagada, viendo las sombras que se proyectan en el techo, piensa y llega a una conclusión, su vida ha sido practicamente igual desde hace un año, pero el sabe que hay un cambio, además de los habituales dentro de la vida escolar, a pesar de no estar seguro de cual, el sabe que el cambio está ahí, tal vez que ya no toma el autobús... no, no podría ser algo tan simple, tal vez que la música que escucha en las mañanas es distinta... no, eso tampoco. Le vienen mil ideas, todas absurdas.
Sin darse cuenta, se sumerge en sus pensamientos, y cae dormido. En su sueño ve a sus compañeros, están en un aula, hablando, pero dentro de la poca conciencia que se tiene cuando se sueña, logra percatarse de que esos no son sus actuales compañeros, tampoco su actual aula, el sabe que se encuentra un año atrás, de pronto escucha su nombre, uno de sus amigos lo llama, al darse vuelta se mira a el mismo atendiendo el llamado, es de esos sueños donde uno es el espectador, se ve a el mismo de frente, nadie se da cuenta de su presencia, mas que el mismo, de la nada, lo demás desaparece, ya no están los compañeros, ya no está el aula, deja de poner atención en su entorno, se enfoca en su imagen, cree que su otro yo no puede verlo, hasta que le habla, dice cosas que no puede comprender, como si hablara en otro idioma, Antonio se esmera por entender lo que el se está diciendo y logra captar una oración... "¿Quien eres?" es lo que le dice su sueño, el responde en automático "Soy tu ¿no te das cuenta?" su imagen lo mira extrañado, y le replica "¿Estás seguro? No creo haberte visto"
Antonio lo piensa, está a punto de contestar cuando la alarma suena, despierta, como es habitual se dirige al baño, a comenzar su rutina de todas las mañanas, la regadera lo rocía con el agua tibia de siempre, despierta por completo, y a su primer momento de conciencia analiza su sueño, ríe y piensa en lo raros que son siempre, sale de la ducha, continua con su rutina, sale de su casa, camina, se encuentra con el señor que sale a correr, se percata de que el charco sigue ahí, y ve de nuevo a la chica que espera el autobús. Llega a la escuela, se encuentra con sus compañeros, los saluda, bromea, la mira a ella, ella lo mira a el, sonríen y se acercan el uno al otro.
El día se le pasó sin darse cuenta, como siempre, otro día común pasa, de nuevo el ritual de las noches, concilia el sueño, esta vez sin prestar atención a sus pensamientos. De nuevo se sueña a el mismo, esta vez dentro de un autobús, sin nadie mas, sube, paga, y se ve a si mismo sentado al fondo, sabe que es el, pero no sabe por que, está consciente de que no es la misma persona, no se reconoce, sin embargo el pequeño rastro de conciencia que hay en los sueños le dice que es su imagen, ambos se dirigen a la puerta, su destino está próximo, bajan en una calle de la cual no aprecia muchos detalles, tan solo que hay una farola que le da un tono sepia a lo que ilumina. Uno camina a penas detrás del otro, gira la cabeza al sentir los pasos, sus miradas se cruzan, pero ninguno se reconoce, no se dirigen la palabra, solo se miran, vuelve su cabeza, y al final de la calle observa un edificio, no está seguro de los motivos, pero sabe que se dirige al interior de esa construcción, ambos llegan a la puerta, se dirigen la mirada, nuevamente sin reconocerse, entran, uno apenas detrás del otro, llegan a un elevador, lo esperan, suben, se cierran las puertas, se miran fijamente, pasan el primer piso, el segundo, el tercero, no se hablan, solo se miran, sin notarlo, llegan al séptimo piso, el otro Antonio sonríe, es la sonrisa del que sabe algo, un gesto muy común en el, acto seguido, le tiende la mano, aún con la sonrisa en la cara, como si esperara cierta complicidad, Antonio responde el gesto, le da la mano, pero no sonríe, es incapaz de entender, el otro Antonio mueve la cabeza y se ríe, como si supiera algo obvio, alza la vista, se abre la puerta, y baja, Antonio se queda en el elevador, viendo como el otro camina por el pasillo al mismo tiempo que las puertas del ascensor se cierran, al cerrar, Antonio nota que hay un espejo, se mira, es incapaz de reconocerse, sabe que el ya no está en el elevador, bajó en el séptimo piso.
Sonó la alarma.
Antonio jamás volvió a verse.
RS.
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