martes, 13 de mayo de 2014



CONTROVERSIA PERFECTA


La polémica ha inundado el mundo de dos maneras, en su espíritu y su mente, pero con una intersección: la moral.

El ser humano es sumamente complejo, empezando por su composición anatómica y fisiológica, pero hay algo que marca la diferencia de los demás seres vivos: el uso de razón, aunque esta gran capacidad y regalo celeste tiene factura, porque la perfección del hombre está en sus defectos.  El error es sumamente importante para la conciencia y el conocimiento. De manera inconsciente esto nos lleva al equilibrio correcto, y por obviedad la oscilación de la balanza humana causa desorden y problemas.

La arrogancia del hombre algunas veces encuentra el escondrijo con la vestidura perfecta gracias a las mendacidades de la religión, que así mismo tiene origen ciento por cierto terrenal. La jactancia del humano llega a tal escalafón que se posiciona a muy escasos niveles de diferencia con la jerarquía celestial más poderosa, y por su puesto por arriba la escala terrenal. Esta es una gran muestra de desbalanceo, haciéndonos creer que somos algo que va más allá de lo que entendemos.

Tal vez al cumplir la mayoría o, por utópico que suene, todos los parámetros de la moral global, nos de la fe que realmente pueda uno proclamarse vía directa entre el cielo y la tierra, pero que al perecer se pueda ganar un lugar dentro de “la corte celestial”, es demasiado.

La controversia de la canonización de Wojtyla radica principalmente por el encubrimiento de delitos pederastas dentro del clero, indiferencia al auxilio de problemas sociales y políticos en América Latina,  participación implícita dentro la guerra entre los dos grandes bloques económicos del Siglo XX, etc. A pesar de que una infinidad de textos por parte de personajes e instituciones reconocidas avalen lo anterior, se enfrentan a un poder moral religioso que se respalda en la fe.

Independientemente de lo que sea verdad o no lo antes expuesto, los defectos y acciones de un humano son innegables e irreversibles, por lo tanto considero que el error no sólo está en lo que hizo, si las acciones son veraces, sino al afirmar un grado célico.

“PARLE”

                                                                                                                                      

sábado, 10 de mayo de 2014



Me cae de madres. 

La tranquilidad que te lleva por un camino desconocido, la seguridad visceral que te acoge en el peor y más desafortunado de los casos, la dulzura más cálida, la compañía perfecta que convierte en jolgorio cualquier instante, la perfecta arrogancia moralmente permitida,  un refugio veraz que nos abastece y protege sin importar el precio, aún si ese mismo cobraría con su subsistencia, y no habría más que un problema, el de volver a hacerlo, puesto que vida solo hay una.

La mente algunos ser puede ser inundaba por esta marea de sentimientos y acciones que describen su origen, origen luminoso y amoroso en el  interior de una esencia que es a su semejanza, aunque ellos son los semejantes a la esencia.

Pero de algo estoy seguro, que todo lo anterior es bárbaramente carente e inigualable, a lo que cualquier mujer está dispuesta a hacer y sentir, siempre y cuando sea una verdadera madre.

El viento más  afable y envolvente se puede convertirse en el más belicoso, solo sí el ser de sus entrañas se vea la intemperie, aunque sea sólo el más leve y fútil daño que agreda su integridad. El amor incondicional es aquella habilidad innata e implícita que surge, no el momento al abrir paso a una nueva vida, sino al guiarla y procurarla, preparándola con las suficientes herramientas para enfrentar cualquier desventura, pero aún con los mejores instrumentos, nunca serán suficientes, y la compañía materna nunca estará de más.

El amor progenitor no encontrará adversidad que no crea vencer, y es posible que lo sea, porque va más allá de lo físicamente humano, algo cósmico y agnóstico, que ni siquiera las afortunadas de obtenerlo son capaces de entenderlo o explicarlo, pero sí de sentirlo y expresarlo.




“PARLE”