martes, 7 de enero de 2014

El Pájaro lo Descubrió

Al fin se dio cuenta, por fin lo notó.
Parado en el cable de siempre, después de un día lluvioso, refugiado en un árbol, pudo salir, salir y postrarse en ese cable para aprovechar los últimos minutos de sol que el día brindaba, era un bello atardecer, acompañado del delicioso aroma que desprende el aslfato mojado, pero era lo de menos, el no prestaba atención, tenía la mirada fija en esa ventana,  la misma ventana de siempre, esa ventana donde cada tanto veía a un muchacho pasar, en ocasiones el muchacho se detenía a contemplarlo y se miraban mutuamente, algunos días el muchacho le sacaba fotos. -Que comportamiento extraño-pensaba, -¿De que sirve fotografiar al mismo pájaro parado en el mismo cable, con el mismo atardecer de fondo? Que cosa tan absurda- Solía decir. Pero ahora parecía cobrar sentido, probablemente aquel joven de la ventana ya lo sabía, o al menos lo intuía, intuía la decadencia que rodeaba al ave. Siempre en las alturas, siempre alejado del suelo, mirando hacía abajo con necio desdén. Ahora lo comprendía, entendía por que sus padres lo habían criado en lo alto de un árbol, por que lo habían obligado a volar por que le habían inculcado ese asco al hombre, a ese "bicho rastrero" como le llamaban el resto de las aves y es que toda esa crianza no era mas que el complejo que sufrían sus padres, complejo heredado desde el principio de los tiempos, desde que en aquel primitivo mundo el primer reptil se decidió a dejar la tierra, y así con los años, sus evolucionados descendientes vieron la vida correr lejos de las ataduras de los bichos sin alas.

-El poder no es deber, pero no volamos porque debamos, ni siquiera porque podamos, volamos porque huimos, escapamos tristemente de nuestra decadencia, vamos alto buscando el sol, así como Ícaro. ¿Y que fue de el? terminó hundido en las profundidades del mar epónimo luego de su triste intento de alcanzar el sol. Pero ese no era su objetivo, su padre le dio alas para escapar, sin embargo una vez conseguido el modesto objetivo, antes de caer en el mar, cayó en la arrogancia, y ese parece ser el destino de nosotros los pájaros; volar para escapar y luego descubrirnos ahogados en nuestra arrogancia.
Ya es tarde, el sol ya se puso y debo volver al nido, mañana enseñaré a mis hijos a volar... Podría contarles sobre el triste complejo de Ícaro que nos acompaña hasta la muerte, pero como dije, poder no es deber, que las cosas sigan su curso, que los pájaros sigan volando.


-RS

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