domingo, 29 de diciembre de 2013

Tarde y noche junto al río.

Con apenas dos horas de sueño, salí con mi acompañante a recorrer la ciudad, lo dicho, es un lugar hermoso, la gente es muy sonriente, se respira un buen aire, tenía deseos de pasear, tal como les había comentado es un lugar que te inspira a caminar sin rumbo, fue una "mañana" larga, un poco tediosa por las condiciones físicas de mi acompañante (resaca)

Llegamos a un restaurante, es un poco raro, mi compañera de viaje solía ser mi cámara, esta vez lo está siendo la computadora, no puedo evitar sacarla a cada momento y escribir, es como la necesidad de narrar mi muerte. Podrá parecer exagerado, pero sé que muero, sé que moriré en cuanto mi prima vuelva a México y yo me quede en Madrid, ahí se habrá ido mi ultimo aliento, y siento así la necesidad de contar como fue, me siento un poco como los participes de la guerra civil americana, quienes llevaban diarios consigo para evitar perder la cordura.

Han pasado dos horas, yo a penas he tomado un par de copas de vino y mi acompañante ya va por la séptima cerveza, no la noto ni siquiera un poco mareada, es impresionante, la conversación ya fluye, los temas son muchos; el a donde iremos, lo linda que es la ciudad, las canciones y los poemas que hay sobre ella, el peculiar acento de la clase trabajadora. Miren nada mas, hace unos días yo viajaba en un autobús eléctrico de dos pesos, hoy estoy consumiendo mas de trescientos euros de cuenta, son impresionantes los giros que da la vida. Debo cerrar la computadora, mi prima ha vuelto del baño.
Volvimos al hostal, mi prima olvido su teléfono, realmente no entiendo para que lo quiere. El tipo que me pidió el cigarro anoche está al otro extremo del salón, solo, con una botella de vino, me intriga un poco su actitud, tal vez debería hablar con el.

Mi prima decidió que era buena idea salir a beber con unos argentinos que conocimos en el hostal, parecen agradables, no hablé mucho con ellos, los acompañé, tan solo a la entrada de la taberna, parece mas un pub irlandés que una taberna sevillana, preferí no entrar, un paseo me parecía mas conveniente.

Eran las cinco y media y sol ya se iba poniendo, al menos en eso se parece a México.
Recuerdo algo que decía Serrat "Hoy en día la gente está tan preocupada por entrar o salir de un cine, o entrar o salir de un bar, que ya no valoran el paseo" era algo así. ¡Ja! lo decía en su canción "Como un Gorrión" al parecer, no importa a donde dirija mis pensamientos, termino concentrándolos en un ave.

Estoy a las orillas de lo que creo es un rió, no lo sé, no conozco a detalle la geografía española, es hermoso, me ofreció una de las mejores vistas del atardecer. Hay carretas que ofrecen paseos a los turistas, con esa vista y ese tono sepia que da la puesta de sol debe ser algo maravilloso, veo una pareja subir a la carreta, no pude evitar sonreír. Estando en un lugar tan bello me resulta increíble a penas haber tomado un par de fotos, he llegado a considerar la idea de tirar la cámara al agua. Mi mente está en otro lado.

Es mi segundo día en Sevilla, y no he visto esa maravillosa lluvia de la que todos hablan, según las aplicaciones del clima, mañana podría verla, espero que así sea.

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