domingo, 22 de junio de 2014


NO QUIERO, PERO ME GUSTARÍA

Totalmente inerme a algo que va más allá de tus abrazos, caricias y rechazos,  algo más grande tú y que yo, algo que tú no comprendes y yo tampoco, algo que solo existe, pero para mí.

Abrumado por la fuerza en cuestión, en un estado de sopor inquietante guiado por la frustración de ser el espectador de un deterioro, que bastaría con detenerlo con mi palma, pero tu arramblado lo ha convertido en utopía.

Me encantaría dejar de oírte al verte, y de verte al oírte, me encantaría no observar tu fulgor a paso, me encantaría no tener que reprocharte, me encantaría no tener repetírtelo, me encantaría no tener que beberte al despertarme, me encantaría que no existieras, me encantaría que me pertenecieras para hacer lo que no haces, me encantaría no sentirte, pero todo sería una falacia. Un abismo podría ser regocijante y fructífero al solo divagar esta aliviante y atroz “realidad”.

Desmesurado y agobiante no ayudaría a pormenorizar la conquista de tu esencia sobre la mía. Convirtiéndome en tu incondicional por convicción que por amague. Ofrecerme, extender mi mano, y aunque me hayas tomado del tarso, mi falsa ilusión y alucinante certidumbre mantendrá mi rigidez.

Tu miseración al espejo me envuelve, pero sólo lo suficiente para no decírtelo. Ahora yo juego en tu tablero, con tus cartas y tus reglas. Tu problema se volvió mío con la inercia y mi pereza.


Tal vez el ocaso del suplicio tenga distintos senderos, pero tu hegemonía me gasta y amansa, al punto que tu corrompimiento desvanece tus sentidos, eligiendo la auto-consumación, y colocándome en la mejor grada para apreciar la extinción de mi pesar y lo poco de mi ser. 

“PARLE”

jueves, 12 de junio de 2014

P-23

Caí por fin ya sin brío, cansado, fuera de ambiente, quedó aquel tiempo latente, ausente, lento, sombrío, tendido ante el poderío de tu fulgor sideral, sentí el soplo del final, merodeando el corazón, como un sereno aluvión, como un rumor ancestral.
Se destrozó aquel hastío, feroz y elocuentemente, tu tono fue impertinente calibrando el desafío. Atesorando el estío de tus tiempos en plural, me abandona el carnaval, huerfano ya de aflicción, firme el rictus de bufón abriéndome a canto y cal.
El tiempo tomó un desvío, río abajo en la corriente, me encontré así de repente completo, semi vacío, y allá fui en el desvarío de tu cadencia fluvial, mucho menos bien que mal te solté mi confesión, en plena alucinación, descendiendo en espiral.
Tu beso desterró el frío, desde otro tiempo presente, el fuego se hizo presente, dejando atrás el gentío, y me aturdió el griterío de tu fragancia frutal, en aquel tiempo puntual, parada en la tentación, certero en la desilusión, temblando en el vendaval. Brisa, piel, escalofrío, regresando a la vertiente, como agua por la pendiente, otro tiempo el mismo río, y así bebió el tiempo mío de tu aurora mas boreal, me entregué a tu temporal, se oyó tu respiración, mi pecho se dio al arpón, luego silencio total.
Tu labio se acercó al mío con un gesto intrascendente, se oyó un estruendo oscilente como un espejo vacío, me aventuré en el baldío de tu abrazo de cristal, dispuesto al choque frontal, dejé caer el telón, venciendo a mi ensoñación, trasponiendo aquel umbral.
Te fuiste y se acercó el frío, desproporcionadamente, vi tu rostro entre la gente, asomado hacía el vacío, sonriendole al extravío de tu belleza espectral, mantuve la vertical, clavé el cuerpo en tu aguijón, el tiempo fue una ilusión, a destiempo, artificial,  sentí tu pecho en el mío, torcí el gesto displicente, a merced de tu albedrío, copiando en el regadío de tu perfume abisal, como un rugido animal, sin tiempo, ni ton ni son,  torcí certero el timón, invirtiendo el manantial.
Encalló nuestro navío, el cause fue insuficiente, latió un pulso intermitente, audible entre el vocerío, brilló el resplandor umbrío de tu piel fundamental, tragué un poco de agua y sal en medio de una oración, inmóvil en un ciclón, fuera del bien y el mal.
Tu aliento se hizo nocivo, de pronto, muy lentamente, te vi cruzar aquel puente, con aquel gesto bravío, tuve un reflejo tardío, de tu mínima señal, gesticule cantidad, tanteando tu corazón, soplando la combustión, tras el trago de mezcal.