Con apenas dos horas de sueño, salí con mi acompañante a recorrer la ciudad, lo dicho, es un lugar hermoso, la gente es muy sonriente, se respira un buen aire, tenía deseos de pasear, tal como les había comentado es un lugar que te inspira a caminar sin rumbo, fue una "mañana" larga, un poco tediosa por las condiciones físicas de mi acompañante (resaca)
Llegamos a un restaurante, es un poco raro, mi compañera de viaje solía ser mi cámara, esta vez lo está siendo la computadora, no puedo evitar sacarla a cada momento y escribir, es como la necesidad de narrar mi muerte. Podrá parecer exagerado, pero sé que muero, sé que moriré en cuanto mi prima vuelva a México y yo me quede en Madrid, ahí se habrá ido mi ultimo aliento, y siento así la necesidad de contar como fue, me siento un poco como los participes de la guerra civil americana, quienes llevaban diarios consigo para evitar perder la cordura.
Han pasado dos horas, yo a penas he tomado un par de copas de vino y mi acompañante ya va por la séptima cerveza, no la noto ni siquiera un poco mareada, es impresionante, la conversación ya fluye, los temas son muchos; el a donde iremos, lo linda que es la ciudad, las canciones y los poemas que hay sobre ella, el peculiar acento de la clase trabajadora. Miren nada mas, hace unos días yo viajaba en un autobús eléctrico de dos pesos, hoy estoy consumiendo mas de trescientos euros de cuenta, son impresionantes los giros que da la vida. Debo cerrar la computadora, mi prima ha vuelto del baño.
Volvimos al hostal, mi prima olvido su teléfono, realmente no entiendo para que lo quiere. El tipo que me pidió el cigarro anoche está al otro extremo del salón, solo, con una botella de vino, me intriga un poco su actitud, tal vez debería hablar con el.
Mi prima decidió que era buena idea salir a beber con unos argentinos que conocimos en el hostal, parecen agradables, no hablé mucho con ellos, los acompañé, tan solo a la entrada de la taberna, parece mas un pub irlandés que una taberna sevillana, preferí no entrar, un paseo me parecía mas conveniente.
Eran las cinco y media y sol ya se iba poniendo, al menos en eso se parece a México.
Recuerdo algo que decía Serrat "Hoy en día la gente está tan preocupada por entrar o salir de un cine, o entrar o salir de un bar, que ya no valoran el paseo" era algo así. ¡Ja! lo decía en su canción "Como un Gorrión" al parecer, no importa a donde dirija mis pensamientos, termino concentrándolos en un ave.
Estoy a las orillas de lo que creo es un rió, no lo sé, no conozco a detalle la geografía española, es hermoso, me ofreció una de las mejores vistas del atardecer. Hay carretas que ofrecen paseos a los turistas, con esa vista y ese tono sepia que da la puesta de sol debe ser algo maravilloso, veo una pareja subir a la carreta, no pude evitar sonreír. Estando en un lugar tan bello me resulta increíble a penas haber tomado un par de fotos, he llegado a considerar la idea de tirar la cámara al agua. Mi mente está en otro lado.
Es mi segundo día en Sevilla, y no he visto esa maravillosa lluvia de la que todos hablan, según las aplicaciones del clima, mañana podría verla, espero que así sea.
domingo, 29 de diciembre de 2013
Monologo de la Plegaria.
Son las nueve de la mañana, cuando deberían ser las dos de la madrugada, ya está el sol fuera, pero para mi es la hora mas oscura, el cambio de horario resultó la analogía perfecta de mi situación. La habitación ocho de este modesto hostal me ha visto caminar de un lado al otro sin parar durante toda la madrugada, de pronto me detenía para tratar de conciliar el sueño, por supuesto, sin éxito, y no es ya por la diferencia de horario, ni el haber dormido la mayor parte del vuelo, lo que pasa es incluso simple, mas que simple, es fácil de definir, y es que no estoy aquí... solía decir "no soy de aquí, ni soy de allá" ahora que el allá es aquí y el aquí es allá me doy cuenta que ni estoy aquí, ni estoy allá, ni estoy, ni soy, pero sé que alguna vez fui, y fui de allá, alguien me hizo de allá y lo sé, lo negué, pero me parece que ya no hay sentido en la negación, si es que alguna vez lo hubo.
Bajé al salón a eso de las tres de la mañana, supuse, que siendo un sitio con a penas once habitaciones, no habría nadie mas, me equivoqué, había dos personas además del recepcionista, un hombre, de unos 25-30 años, y una chica, aproximadamente de la misma edad. Salí al portal, encendí un cigarro y no pude evitar el llanto, llanto que he aprendido a silenciar, a limitar en lágrimas sin sollozos. El chico del salón salió y me pidió un cigarro, sin decir palabra alguna, se lo di, pude haber iniciado una conversación, en lugar de eso me limité a terminarme el cigarrillo y subir a mi habitación.
La ciudad es bella, muy bella, es esa clase de lugares donde da gusto salir a caminar sin rumbo, me recuerda mucho Coyoacán, no es que se parezcan, pero me inspiran lo mismo. Comencé a pensar en la arquitectura del lugar, y en sus similitudes con México, recordé a Hernán Cortés, el nació aquí, o eso creo... Hernán, un apellido patronímico derivado de ese nombre, son impresionantes los caminos que la mente toma para volver a un pensamiento en especial. Volví a pensar en Cortés, en lo difícil que eran los viajes en aquél entonces, el barco... el barco que seguramente desembarcó en Veracruz, partiendo de Cádiz, tal vez, no estoy cierto de eso.
¿Y Dios? ¿Que pasa con el? No he recurrido a el en toda la noche, no es que sea un hombre de fe, pero suelo recurrir a su nombre cuando no me atrevo a hablar conmigo mismo, hoy parece que no está. ¿Soy judío realmente? tal vez no, tal vez soy solo un católico con pésimos modales. ¿Y Dios? no necesito realmente de el, es solo que siempre lo he tenido, hoy parece que no... ¿Que pasa con las plegarias cuando el no está?
Veo mi reflejo en el espejo, que jodido me veo, mi exagerada palidez hace resaltar las ojeras y el cabello alborotado y el vello facial a medio crecer empeoran aún mas mi imagen, y no me importa, no me importa un pito mi imagen, no me importan mis jeans sucios, o mis zapatos viejos, mucho menos la playera rota que llevo puesta. De pronto pienso que ese no soy yo, yo estoy en América ¿no? yo estoy en ese departamento, no, sé que no, pero no puedo aceptarlo, hay momentos en los que pienso: "Lo primero que voy a hacer cuando vuelva..." y ahí se queda, no hay nada mas que pensar.
La gente de aquí tiene un dicho: "La lluvia en Sevilla, es una maravilla" Yo no lo sé, pero el atardecer, es precioso.
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Bajé al salón a eso de las tres de la mañana, supuse, que siendo un sitio con a penas once habitaciones, no habría nadie mas, me equivoqué, había dos personas además del recepcionista, un hombre, de unos 25-30 años, y una chica, aproximadamente de la misma edad. Salí al portal, encendí un cigarro y no pude evitar el llanto, llanto que he aprendido a silenciar, a limitar en lágrimas sin sollozos. El chico del salón salió y me pidió un cigarro, sin decir palabra alguna, se lo di, pude haber iniciado una conversación, en lugar de eso me limité a terminarme el cigarrillo y subir a mi habitación.
La ciudad es bella, muy bella, es esa clase de lugares donde da gusto salir a caminar sin rumbo, me recuerda mucho Coyoacán, no es que se parezcan, pero me inspiran lo mismo. Comencé a pensar en la arquitectura del lugar, y en sus similitudes con México, recordé a Hernán Cortés, el nació aquí, o eso creo... Hernán, un apellido patronímico derivado de ese nombre, son impresionantes los caminos que la mente toma para volver a un pensamiento en especial. Volví a pensar en Cortés, en lo difícil que eran los viajes en aquél entonces, el barco... el barco que seguramente desembarcó en Veracruz, partiendo de Cádiz, tal vez, no estoy cierto de eso.
¿Y Dios? ¿Que pasa con el? No he recurrido a el en toda la noche, no es que sea un hombre de fe, pero suelo recurrir a su nombre cuando no me atrevo a hablar conmigo mismo, hoy parece que no está. ¿Soy judío realmente? tal vez no, tal vez soy solo un católico con pésimos modales. ¿Y Dios? no necesito realmente de el, es solo que siempre lo he tenido, hoy parece que no... ¿Que pasa con las plegarias cuando el no está?
Veo mi reflejo en el espejo, que jodido me veo, mi exagerada palidez hace resaltar las ojeras y el cabello alborotado y el vello facial a medio crecer empeoran aún mas mi imagen, y no me importa, no me importa un pito mi imagen, no me importan mis jeans sucios, o mis zapatos viejos, mucho menos la playera rota que llevo puesta. De pronto pienso que ese no soy yo, yo estoy en América ¿no? yo estoy en ese departamento, no, sé que no, pero no puedo aceptarlo, hay momentos en los que pienso: "Lo primero que voy a hacer cuando vuelva..." y ahí se queda, no hay nada mas que pensar.
La gente de aquí tiene un dicho: "La lluvia en Sevilla, es una maravilla" Yo no lo sé, pero el atardecer, es precioso.
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jueves, 26 de diciembre de 2013
NO ENCUENTRO PALABRAS
La vida es complica, confusa, algunas veces
frustrante y otra veces un –asco-, pero sin todo esto no sería vida, no tendría
chiste. Insípida e inútil podrían ser los adjetivos correctos para describirla
si existiera la ausencia de estos aderezos.
Dentro de esta hay una etapa, la cual yo considero
en mi corta vida, la más confusa, alegre, triste, frustrante, decepcionante y
apasionante, que se llama adolescencia. Donde tenemos la oportunidad de pulir
lo que seremos en un futuro y sobre todo de conocer y ser marcado por personas.
Gracias al mar de hormonas que aquejan a esta edad,
los sentimientos están más que sensibles durante esta época, así que podríamos
decir que los hechos, acciones, etc. repercuten con mayor fuerza.
Hoy quiero hablar sobre el valor que tiene la
verdadera amistad en esta parte de la vida. Ese sentimiento realmente sincero
que ha sido puesto a prueba de cualquier bala de hipocresía y sigue vivo.
Si hay algo sumamente complejo es expresar que tan
representativas pueden ser las personas para uno.
Si la amistad en si en complicada, se vuelve mucho más
para una persona que es mamona, arrogante, pretenciosa y una mar más de
defectos, pero por más difícil que parezca no es imposible.
El poderte entender con esa persona sin decir una
sola palabra, el compartir algunos gustos, el poder hablar y ser tú mismo,
jugar, criticar, reír, llorar, emborracharse, pelear, estar en desacuerdo,
lograr la empatía, es un poco de la magia del verdadero amor fraternal.
Y en mi caso, lo que más agradezco de haber conocido
a este tipo de personas, es que han formado parte de mí. Consciente o inconscientemente
se han adherido en mi personalidad, en mi forma de pensar, se sentir, de creer,
hasta de entenderme y aceptarme.
Y así es como “No encuentro palabras” para poderte
agradecer y dar entender el desmadre que hay dentro de mí. Gracias por tus
consejos, gracias por entenderme, gracias por soportarme, gracias por hacerme
entender, gracias enseñarme, gracias por esos buenos y malos momentos, gracias
por ayudarme a ser yo, gracias por ser tú.
Aunque esto suene a despedida, no lo es, ya que como
lo he dicho, estas personas quedan dentro de ti. Aunque es demasiado egoísta el
pensar que tal vez una de esas personas se aleje físicamente de ti, causando
una modificación totalmente en tu rutina
y forma de vida, pensando sólo en cómo te afectará, le puede mostrar al
otro ser qué tan trascendental es para ti.
. . .
Más que desearte buena suerte y lo mejor de lo
mejor, quiero que sepas cuán importante eres para mí y cuanto te quiero.
Gracias totales, mi querido, estimado y bien
ponderado Amargo.
“PARLE”
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